RAID TUNEZ S. SANTA 2021 Objetivo Er Rached por Mikel y Toñi (Toyota Hdj80)

Túnez, la puerta del paraíso 

Nos encontramos en Arlés (Francia), poco a poco van llegando todos los participantes. Carlos de Burgos y su HDJ80, Oli y Elena de Alhama de Aragón, con su HDJ100. La familia madrileña, Susana, Juan Carlos y Bárbara y su sorprendente Ford Raptor, Narcís de Girona y su KDJ155, Rafel y José Ángel también de Girona con otro HDJ80 y por último la organización Xavi y Luis que, por supuesto, tienen otros dos HDJ80, como el nuestro.  

Primer día, básicamente no nos conocemos y nos ocupamos de aprendernos nombres y romper un poco el hielo. Acabamos cenando en el parking del hotel, un poco de picoteo y de risas y a dormir, que nos quedan muchos días por delante.

Salimos a las 07:15 camino de Génova, no sin antes darnos un susto con un neumático deshinchado al ir a cogerlo por la mañana, que por fortuna se arregló ajustando la válvula. Aunque estamos en el destino en hora, el barco sale con retraso y no se empieza a mover hasta las 23h. Estas horas nos permitió conocernos más, sobre todo a la maravillosa cafetera de Rafel y su delicioso café acompañado por las esquivas torrijas que traía Susana. Debido a este retraso acabamos llegando a Túnez de noche, con lo que Xavi nos cambia el plan inicial y dormimos en Hammamet en lugar de en Gabes, para evitar conducir 425 km a esas horas.

Hoy sí que sí, empieza la aventura. Arrancamos temprano para hacer esos kilómetros que no hicimos ayer y ya que sabemos que vamos a estar cuatro días en desierto profundo, acabamos comiendo en Douz, en un restaurante curioso, lleno de pájaros y tortugas. De aquí al desierto directos. Por fin estamos bajando la presión de los neumáticos, empieza el reto. Para que no se nos eche la noche encima, no tardamos en buscar donde acampar y una vez allí, preparamos el fuego y algo de comer. Primera noche de acampada, no se nos da mal, pero es toda una aventura teniendo en cuenta la inexperiencia y sobre todo las pocas ganas de encontrarnos algún bicho…, los hay, pero no los vemos al montar la tienda, por suerte. Pero por supuesto, nos los encontramos acompañándonos en nuestras risas alrededor del fuego. Imagino les llamó la atención que tuviéramos hielo para los gin tónics o que les pareció curioso que el vino llegara intacto después de tantos kilómetros.

A partir de ahora todo es madrugar para aprovechar las horas de sol, pero con pan recién hecho por los guías en la misma arena, todo es más fácil. Hoy el reto está en llegar a Timbaine, montañas en mitad de la nada que, dependiendo desde donde las miras, se asemejan a la cárcel portuguesa situada en Marruecos. El primer contacto de verdad con la arena. Es maravillosa esa sensación de no poder parar; como los surferos que tienen que bailar con las olas y que si dejan de hacerlo estas le comen. Lo mismo ocurre con la arena, las dunas te mecen, bailan contigo, pero siempre con respeto, sabiendo que son ellas las que dominan el baile, siempre ellas.

El día se nos da genial, no solo llegamos a Timbaine, lo pasamos y nos acercamos un poco al reto del siguiente día, llegar al Er Rached, un lago con aguas termales, un oasis en mitad del desierto. Hoy nos hemos ganado una ducha, según vamos teniendo las tiendas montadas, vamos haciendo uso de nuestras garrafas de agua a temperatura ambiente, tirando a fresca. Aún así, nos sabe a gloria. Narcís derrocha gracia por los cuatro costados, se me asemeja a un tiquetero de conciertos, pegado a la mesa y sin poder moverse, con el tiempo descubro su estrategia, si no se puede mover, hay que acercarle las cosas, es listo, mucho. Carlos nos deleita con morcillas de Burgos que acompañamos con una ensalada. Las risas hoy son inagotables, se nota el buen ambiente que da surfear por las dunas de manera exitosa.

El siguiente día, el más duro para mí. Lo empezamos bien, José nos ayuda con la tienda de campaña y nos da la clave para que no acabemos quemando la tienda en una de estas. El calor hoy aprieta y la arena lo nota. Está blanda, no tolera nuestras inseguridades a la hora de superarlas, nos reta duna tras duna. Unos se quedan, otros desllantan y algunos empanzan. La eslinga hoy es la reina del baile, quien mas quien menos hace uso de ella y además nos deleitamos con el saber hacer de los guías, que no solo nos sacan de aparcamientos imposibles, sino que, además, te arreglan la llanta in situ, con poco menos que un mechero y gas. Me relajo, no nos puede pasar nada grave con ellos, eso seguro. Finalmente llegamos a ese Oasis maravillo, ahora entiendo lo de los espejismos de las pelis, me parece estar viendo uno, pero no, es real, agua, donde darse un baño, donde relajarse y charlar del gran día que hemos pasado y de los que nos quedan por pasar, hoy acampamos con unas vistas maravillosas al lago, el fuego acompaña a los chascarrillos y aventuras que todos contamos. Que gran equipo, que gran ambiente.

Las dunas se ven de diferente manera cuando uno sabe que llevas un día adelantado con respecto al plan inicial. Por lo bien que lo hemos hecho, nos añaden una ruta nueva con la que no contábamos. Volveremos hasta Timbaine y desde allí a Ksar Ghilane, otro oasis que seguro nos sabrá a gloria como Er Rached. Hoy la ruta es parte en arena y parte en pista. La arena se nos hace difícil, pero podemos con ella, sobre todo siendo Oli y Elena los que abren, se les da bien, quizá Xavi debería preocuparse. La pista la hacemos navegando de manera individual, todos llegamos a meta, unos antes otros sin abusar de la velocidad y disfrutando del paisaje, pero todos llegamos, acampamos en lo alto de un valle, la puesta de sol aquí me resulta maravillosa. Es curioso, lo rico que sabe un huevo frito en el desierto, sobre todo pensando en que hayan llegado enteros hasta aquí. Xavi los transporta y Carlos los cocina, el resto como buen equipo, colaboramos comiendo. Otra cosa fue dormir, por la noche hace un viento del demonio, el desierto quiere despedirse bien de nosotros, me consuela pensar que mañana duermo en hotel, nos vencen el cansancio y caemos en los brazos de Morfeo.

Hoy volvemos a hacer pista, de manera individual, con nuestros GPS y con un punto de encuentro común, el fuerte de Tisavar, en el parque natural del Kebili, rodeado de arena y muy bien conservado. Un poco mas de arena y llegamos a Ksar Ghilane. Aquí tomo las riendas de baile y me atrevo a ser yo, y no Mikel, quien se de unos pasos de baile con la arena, antes de nuestro merecido descanso, un chapuzón, algo de comer y de vuelta a la civilización, no sin antes ver el monumento al General Lecrerc.

Si algo estamos aprendiendo en este viaje es a disfrutar las cosas que damos por sentado y a las que creemos que tenemos pleno derecho, como una ducha, privilegios que vivimos y de los que nos olvidamos. Hoy dormimos plenos, sabiendo que el primer reto de cincho días con sus cuatro noches de desierto, ha sido superado por todo el grupo. En este baile, todos hemos sido reyes.

Tenemos por delante dos días de turismo, algo relajado para quitarnos el polvo de la arena y volverlo a coger con ganas en unos días. Visitamos en primer lugar Chott el Jerid, un lago de sal, de unos 7.000 km2 y mas de 10 metros por debajo del nivel del mar, allá donde mires, solo ves el blanco de la sal esperando ser recogida y exportada a Europa. Después nos dirigimos hacía Tozeur, para hacer la pista creada por el alemán Rommel en la segunda guerra mundial para huir cuando se vio acorralado por el ejercito aliado desde Argelia. No muy lejos de esta pista, encontramos, junto a Luis, los tanques y camiones abandonados en esta huida, es increíble ver como a lo largo de una explanada se distribuyen decenas de tanques, alguno de ellos muy destrozados, otros en perfecta conservación. Eran tanques invencibles, excepto por una salvedad, necesitaban gasolina y ésta no les llegó. Poco a poco van llegando todos al punto de encuentro, algunos directos, otros pasando por mezquitas y depósitos. A continuación, pasamos por Gorges de Selja, unas gargantas enormes con unas vistas increíbles, unas paredes verticales grandiosas con pequeños huecos por donde pasamos con los coches, impresionan y estremecen a partes iguales.

En el segundo día turístico visitamos Matmata, donde rodaron escenas de Star Wars y conocemos una casa bereber, aquí nos invitan a pan con miel y aceite, curiosa mezcla, pero deliciosa. Hoy dormimos en unas cuevas en Chenini, en un hotel “funcional con encanto” con puertas que dan mucho jugo a este viaje. Lo que más impresiona no son las cuevas en sí, que también, es el camino hasta llegar a ellas, el acceso es para un solo coche y pasamos uno a uno, está claro que es un hospedaje para visitantes en 4×4, si no sería imposible, la experiencia me parece de lo mas curiosa, algo mas que vivir en Túnez y que vuelve a hacernos tocar realidad de los privilegios que damos por sentado y no agradecemos.

¡Hoy volvemos al desierto! Es curioso, como llega a ser de adictiva esa sensación al pisar la arena. Sentirse poderoso por dominar el baile, pero a la vez increíblemente vulnerable de ser derrotado por tu pareja de baile. Se nota la experiencia del grupo, se nos da bien, no tenemos incidencias graves, y estos dos días de ruta por el desierto tunecino nos da alas. Sobre todo a Susana y Juan Carlos, que con su Ford Raptor consiguen lo que parecía imposible. Creo que algo ha tenido que ver que Bárbara haya cambiado la Raptor por los Hdj80, gracias a ello, tenemos un maravilloso video de esta gran experiencia. Hay viento, las huellas se borran rápido, estamos atentos a nuestros compañeros en todo momento, muchas contra dunas, más difíciles de bailar, nos planteamos hacerlas marcha atrás, pero finalmente, la arena se porta bien con nosotros y nos permite disfrutar de estos últimos días de contacto con ella, nos deja buen sabor de boca. Volvemos al lago Er Rached por otro camino, para conocer dunas nuevas, el baño en el lago nos vuelve a saber a gloria y hoy la puesta de sol, es maravillosa. Es curioso, ese equilibrio entre felicidad y nostalgia al saber que es poco probable que veas otra puesta similar a esta, pero que eres muy afortunado por estar haciéndolo ahora mismo.

Poco queda por hacer ya, aun así, tenemos un par de días por delante, visitamos El Jem para conocer su anfiteatro romano, el mayor de África, construido en el año 238 dC y declarado patrimonio de la humanidad. Por último, realizamos una cena junto a la medina de Hammamet, en un restaurante de pescado conocido como Le Barberousse. Me centro en disfrutar la cena, en mirar a mis compañeros y darme cuenta de que en muy pocos días puedes hacer amistades que duren para siempre. Siento mucho que esto se pueda quedar aquí, espero poder encontrármelos en futuros viajes, deseo que así sea y el destino o en su defecto Sahara4x4xtrem, nos vuelva a unir.

Ibiza, 18 abril 2021

Mikel y Toñi

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